Listening: Don't play
that song - Aretha Franklin
Hoy quería traeros algo un poco diferente, como últimamente he estado hablando un poquito de él por aquí, se me ha encendido la bombilla. Como ya sabéis, esta servidora tiene
un gato (Núo). Un gato al que le encanta estar siempre en la misma
habitación en la que yo me encuentro, ya sea el salón, la cocina,
mi dormitorio o el aseo. Y cuando hay lanas de por medio... con más
motivo todavía. Existe una creencia popular y universal de que a
todos los gatos les encanta jugar con ovillos de lana y aunque
esto no sea exactamente cierto, si al tuyo le vuelve loco tal vez te
interese seguir leyendo.
Núo es extremadamente juguetón y se
divierte muchísimo con las cosas más comunes de casa: cajas de
cartón, bolas de papel de aluminio, cordeles, lazos... incluso mi
pelo! Juega con mi pelo cuando está mojado! En nuestro caso he
conseguido hacer un pacto con él: puede jugar con la lana, pero sólo
cuando yo no estoy tejiendo. Y la verdad es que nos va bastante bien.
Obviamente, en algunas ocasiones seguirá intentando jugar y si
cuela, cuela. Lo mismo hacemos nosotros, los humanos, cuando queremos
algo que sabemos que no podemos conseguir.
Lo primero que se debe hacer es
enseñarle a tu gato el significado de “no” (o “quita”,
“deja”... El caso es que debe ser una palabra corta, que
pronuncies claramente y que lo hagas con un tono firme y algo
enfadado). A los gatos no les gusta que les griten o que hagan mucho
ruído. Mi “no” suena un poco más alto que mi voz natural pero
tampoco es un grito. Si tu gato ya sabe que un “no” significa
algo malo, puedes pasar directamente a la segunda parte del post.

Yo no recomiendo nunca pegarles, ni siquiera un
cachete inofensivo. Un poco de agua en la cara es -además de
más legítimo-, mucho más efectivo. Tampoco conviene pasarse. Si el
gato hace muchas cosas que no queremos que haga, es mejor combinar
agua+no y sólo no+alejarlo del sitio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Con cada comentario Tsukeeno's es un poquito más feliz ;)